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“Aunque no del todo lego en estas cosas, no soy competente para decidir si quien está en lo cierto es él o Einstein; pero sí para afirmar que Julio Palacios es un hombre de ciencia original y serio, cuyo Análisis Dimensional es un aporte universalmente respetado a la ciencia moderna, y que su teoría no ha sido rebatida por nadie; pese a lo cual no logra publicarla en editoriales o revistas oficiales por no ser ortodoxa”.
Julio Palacios Martínez es una figura fundamental en la ciencia española del siglo XX, conocido tanto por sus logros científicos como por su controvertida postura antirrelativista. Este artículo explora su vida, desde sus orígenes en un pequeño pueblo aragonés hasta su reconocimiento internacional y su posterior confrontación con la teoría de la relatividad.
Los Orígenes: Paniza, 1891
Julio Palacios Martínez nació el 12 de abril de 1891 en Paniza, un pequeño pueblo aragonés conocido por sus viñedos y su hermosa torre mudéjar. Fue el segundo hijo de Miguel Palacios Cabello, el médico del pueblo, y de Eusebia Martínez Lostalé. Su infancia en Paniza fue interrumpida por una plaga de filoxera que obligó a su familia a trasladarse a Deza, en la provincia de Soria. Estas mudanzas marcaron los primeros años de vida de Julio, al igual que ocurrió con otra ilustre aragonesa, María Moliner, nacida en el mismo pueblo nueve años después.
Formación Académica: De Paniza a Madrid
La formación de Julio Palacios comenzó en las Escuelas Pías de Tamarite de Litera y continuó en el Instituto de Huesca, conocido hoy como IES Ramón y Cajal. Su talento para las ciencias exactas lo llevó a ingresar en 1907 en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, aunque posteriormente se trasladó a Barcelona. Allí, además de coincidir con figuras destacadas como el pedagogo y científico Esteve Terradas, obtuvo en 1911 la licenciatura en Ciencias Exactas y Físicas con sobresaliente y premio extraordinario.
En 1914, Julio Palacios presentó su tesis doctoral bajo la dirección de Blas Cabrera, en el Laboratorio de Investigaciones Físicas de Madrid, y nuevamente recibió el premio extraordinario. Poco después, comenzó su carrera docente como profesor auxiliar de Física General en la Universidad Central de Madrid, convirtiéndose al año siguiente en uno de los catedráticos más jóvenes de Termología.
La Influencia de Leiden y los Primeros Éxitos
Gracias a una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios, Julio Palacios continuó su formación en la Universidad de Leiden, Holanda, donde estudió Criogenia bajo la tutela de Heike Kamerlingh Onnes, Premio Nobel de Física. Durante su estancia en Leiden, también trabajó en el Laboratorio de Bajas Temperaturas y asistió a cursos y coloquios de destacados científicos como Hendrik Lorenz y Paul Ehrenfest.
Sin embargo, su tiempo en Leiden no fue solo académico. Las historias de las juergas de Palacios en la ciudad holandesa llegaron hasta España, mostrando un lado más humano y desenfadado del joven científico.
El Regreso a España y la Visita de Einstein
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Julio Palacios regresó a Madrid para asumir su puesto como catedrático y continuar sus investigaciones en el Laboratorio de Investigaciones Físicas. Fue durante este tiempo que participó activamente en la organización de la visita de Albert Einstein a España en 1923, evento que marcaría un hito en la historia científica del país.
A pesar de su creciente influencia, Palacios se enfrentó a obstáculos significativos en su trabajo, especialmente debido a los altos costos de las instalaciones necesarias para continuar con sus estudios en criogenia.
Monarquía, Ciencia y Guerra
En los años posteriores, Julio Palacios siguió ascendiendo en el mundo científico español. Se casó en 1927 con Elena Calleya Pedroso en Lisboa, con quien tuvo cinco hijas, y ocupó puestos de gran relevancia, como la presidencia de la Sociedad Española de Física y Química. También representó a España en el Congreso Internacional de Actinología en París y fue subdirector del Instituto Nacional de Física y Química.
Sin embargo, la Guerra Civil Española interrumpió su carrera. Su familia se vio dividida: mientras su esposa e hijas se refugiaron en Lisboa, él permaneció en Madrid, viviendo una especie de semi-exilio. Durante este período, Palacios continuó con sus actividades científicas en privado y colaboró en las maniobras que llevaron a la rendición de Madrid.
Posguerra y Conflictos con el Régimen Franquista
Tras la guerra, Julio Palacios fue el único catedrático de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central que permaneció en Madrid. A pesar de sus intentos por devolver el prestigio internacional a la física y la química españolas, se vio cada vez más marginado debido a sus ideas políticas y al hecho de que su hermano, un médico que alcanzó cierto rango en el ejército republicano, fue condenado al final de la guerra.
Su apoyo al Manifiesto de Lausana en 1945, un documento en el que Don Juan de Borbón pedía la restauración de la monarquía en España, lo distanció aún más del régimen franquista. Como resultado, fue confinado en Almansa y se le impidió leer su discurso de ingreso en la Academia de Medicina, marcando su ruptura definitiva con Franco.
La Vida en Portugal y el Enfrentamiento con la Relatividad
Después de la Segunda Guerra Mundial, Julio Palacios consideró la posibilidad de emigrar a Estados Unidos, pero finalmente decidió instalarse en Portugal. Allí, encontró el apoyo que se le había negado en España, fundando una escuela de físicos y publicando libros fundamentales, como "Análisis Dimensional".
En 1960, Palacios publicó "Relatividad, una nueva teoría", en la que contradijo a Einstein y presentó su propia visión sobre la relatividad. Esta postura antirrelativista le generó numerosas tensiones y rechazos en la comunidad científica, y su obra final, "Relatividad y Antirrelatividad", nunca llegó a ser publicada.
Los Últimos Años y el Legado de Julio Palacios
A pesar de las dificultades y los rechazos, Julio Palacios fue reconocido en sus últimos años con importantes distinciones, incluyendo la presidencia de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y la Medalla de Oro del Trabajo. Falleció el 21 de febrero de 1970 en Madrid, a los 78 años, dejando un legado complejo y polémico, pero innegablemente significativo para la ciencia española.
Conclusión
Julio Palacios fue un científico de gran talento y convicciones firmes, que dejó una huella imborrable en la física española a pesar de las controversias que marcaron su vida. Su nombre perdura hoy en instituciones educativas y cátedras, recordándonos su contribución a la ciencia y su audaz desafío a las teorías establecidas.