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53. Las endemoniadas del valle de Tena

¡Un año más ya está aquí!

¡Como cada segundo episodio de octubre, ha llegado el especial de Halloween!

En este capítulo ponemos rumbo a la zona del Alto Gállego para hablar de uno de los hechos más importantes de la brujería en Aragón. Y es que fue allí donde en el siglo XVII tuvo lugar una epidemia de posesiones demoníacas como nunca antes se había visto en la zona.

¡Hoy descubrimos la historia de las endemoniadas del valle de Tena!

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María Argota Recaj

María Argota Recaj

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Contenido del Podcast

El hecho más importante y de mayores consecuencias en la historia de la brujería aragonesa ocurrió en el Valle de Tena entre 1637 y 1643. Durante este período, se produjo una verdadera epidemia de posesión demoníaca, una de las más significativas de Europa, aunque menos conocida que las de Loudun y Aix-en-Provence en Francia o la de San Plácido en Madrid.

La epidemia comenzó en Tramacastilla y Sandiniés, en la provincia de Huesca, y se extendió rápidamente a otros pueblos del Valle de Tena, incluyendo Saqués, Piedrafita, Panticosa, Pueyo de Jaca y Sallent. Incluso llegó fuera del valle, alcanzando localidades como Jaca y Villanúa. A lo largo de seis años, la posesión demoníaca fluctuó en intensidad, dejando una huella indeleble en la región.

Posesiones Demoníacas: Un Fenómeno Extendido

Las posesiones demoníacas han sido un fenómeno recurrente en pequeñas localidades y algunas ciudades hasta tiempos relativamente recientes. El primer caso documentado en el Alto Aragón data del siglo XI, cuando una mujer poseída fue llevada a la capilla de San Bartolomé de San Pedro el Viejo en Huesca para que el demonio que la habitaba pudiera ser expulsado.

Este fenómeno no es tan lejano como podríamos pensar; hasta 1947, en Jaca se celebraba la procesión de las endemoniadas el día de Santa Orosia, el 25 de junio. Aunque la mayoría de las posesiones suelen ser individuales y afectar principalmente a mujeres, también se han registrado posesiones colectivas que involucran a pueblos enteros o regiones amplias. En Aragón, se documentan cinco de estas posesiones colectivas, siendo la de las endemoniadas de Tena la más notoria.

Las Mujeres Latrantes y Otras Posesiones Colectivas

La primera posesión colectiva documentada en Aragón es la de las mujeres latrantes a finales del siglo XV. El nombre proviene de la acusación de que estas mujeres, y quienes las rodeaban, ladraban como perros. Este caso fue seguido por otras tres posesiones colectivas entre 1637 y 1658, que afectaron al Valle de Tena, las Cinco Villas y el pueblo de Gelsa. La última posesión colectiva registrada en Aragón ocurrió en Tosos entre 1812 y 1814.

De todas estas, la posesión colectiva del Valle de Tena es la más documentada y ha generado más testimonios.

La Brujería en el Valle de Tena

La brujería en el Valle de Tena tenía una presencia poderosa, con registros de persecuciones a personas acusadas de practicarla desde el siglo XV. En 1432, dos persecuciones se llevaron a cabo en el Pueyo de Jaca, seguidas de tres más en Sallent de Gállego al año siguiente. La brujería alcanzó tal magnitud que se implementaron medidas especiales, incluyendo cuatro desaforamientos, que eliminaron temporalmente los fueros del valle para combatir la brujería.

A principios del siglo XVII, un "conocedor de brujas" identificó a 36 mujeres como brujas en Búbal y otras más en el valle, el mayor número registrado en toda Aragón. Sin embargo, esta práctica tenía sus riesgos, ya que la Inquisición perseguía a estos "conocedores" por los métodos que empleaban.

Posesiones Colectivas en el Valle de Tena

La posesión colectiva que afectó al Valle de Tena entre 1637 y 1643 es considerada por el historiador Ángel Gari Lacruz como una de las más importantes de Europa. Aunque menos conocida que las posesiones de Loudun y Aix-en-Provence en Francia o la de San Plácido en Madrid, esta epidemia demoníaca tuvo un impacto profundo en la región.

Las posesiones comenzaron en Tramacastilla y Sandiniés, afectando a más de 62 mujeres en estos pueblos, y se extendieron a otras localidades del valle. Según algunos testimonios, más de 1600 personas fueron afectadas, aunque este número podría estar exagerado considerando la demografía de la época. Aún así, la cantidad de personas involucradas fue lo suficientemente significativa como para atraer la atención de las autoridades.

Perfil de las Afectadas y Primeros Síntomas

Las posesiones afectaban principalmente a mujeres solteras de entre 11 y 30 años, que según los párrocos, eran de buenas costumbres. Curiosamente, las mujeres más activas en las posesiones no pertenecían a las clases más bajas, sino a familias con cierto nivel económico.

Los primeros síntomas de las posesiones eran de dos tipos: somáticos y psicosomáticos. Los síntomas somáticos incluían la pérdida temporal de la vista, oído y olfato, dolores agudos, convulsiones y desmayos. Por otro lado, los síntomas psicosomáticos se manifestaban en cambios bruscos de ánimo, pasando de la risa al llanto en cuestión de segundos.

La Intensificación de las Posesiones

A medida que la situación empeoraba, los párrocos locales recurrieron al obispo de Huesca, una autoridad en exorcismos, quien recomendó penitencias y exorcismos para las mujeres poseídas. Sin embargo, estas medidas no solo no ayudaron, sino que intensificaron los síntomas y provocaron nuevas manifestaciones demoníacas.

Las mujeres poseídas comenzaron a hablar con diferentes voces, revelando los nombres de los demonios que las poseían y sus razones para hacerlo. Se reportaron fenómenos como la aparición de imágenes demoníacas en sus cuerpos, caídas desde grandes alturas sin sufrir daños, y la capacidad de doblar objetos con facilidad. Además, las endemoniadas mostraban habilidades sobrenaturales como la premonición, la telequinesis y la capacidad de hablar latín fluido, a pesar de ser prácticamente analfabetas.

Hechizos y Manifestaciones Diabólicas

Durante este periodo, se encontraron diversos hechizos en las casas de las poseídas, como clavos retorcidos con pelos rubios, que eran quemados en el cementerio. Las mujeres, en su estado de posesión, intentaban rescatar estos objetos del fuego, mostrando una resistencia inusual.

Incluso se reportó la aparición del diablo en el valle, tomando la forma de un rector inquisitorial o de un hombre vestido como un francés, que hablaba lenguas incomprensibles para los locales.

Consecuencias de la Epidemia Demoníaca

La vida en el Valle de Tena cambió radicalmente debido a la epidemia de posesiones. Los habitantes dedicaban todo su tiempo y recursos a cuidar a las mujeres poseídas, buscando desesperadamente cualquier solución que pudiera liberarlas. Exorcistas de todo tipo llegaron al valle, prometiendo liberar a las poseídas, pero sin éxito.

La situación llegó a oídos del rey Felipe IV, quien decidió intervenir enviando al Inquisidor General de Aragón para investigar. Sin embargo, este murió misteriosamente dos meses después, lo que muchos atribuyeron a la brujería.

Pedro de Arruebo: El Culpable

Finalmente, la epidemia comenzó a remitir cuando se encontró un culpable: Pedro de Arruebo, el terrateniente más influyente del valle. Arruebo, junto con sus cómplices Miguel Guillén y Juan de Larrat, fue acusado de ser el causante de la epidemia. Según los documentos, Arruebo solo quería aprovecharse de las mujeres y ganar dinero. Tras su juicio y ejecución, las posesiones comenzaron a desaparecer.

Fin de la Epidemia

La epidemia de posesiones en el Valle de Tena duró seis años, pero terminó cuando los brujos fueron juzgados y ejecutados, y los párrocos e inquisidores fueron retirados de la zona. Una vez eliminado el supuesto origen del mal, las posesiones cesaron, devolviendo la paz al valle.

Conclusión

El caso de las endemoniadas de Tena es uno de los episodios más fascinantes y aterradores de la historia de la brujería en Aragón. Este fenómeno no solo afectó a cientos de personas, sino que también dejó una marca indeleble en la memoria colectiva de la región. La historia de Pedro de Arruebo y sus cómplices, así como las aterradoras manifestaciones demoníacas, continúan siendo un testimonio de cómo el miedo y la superstición pueden influir profundamente en una comunidad.