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Aragón, tierra de leyendas y personajes ilustres, ha sido cuna de figuras que, aunque desconocidas para muchos, han dejado una huella imborrable en la historia. En este episodio, exploramos la vida y legado de Odón de Buen, un hombre cuya pasión por el mar y las ciencias naturales lo llevó a convertirse en uno de los oceanógrafos más destacados de su tiempo.
Aragón y el Mar: Un Sueño Hecho Realidad
A lo largo de los siglos, los aragoneses han soñado con el mar, buscando formas de acercarlo a su tierra. Desde matrimonios reales hasta la creación de cuerpos de agua artificiales, como el “Mar de Aragón” o las playas del Ebro en Zaragoza, el vínculo entre Aragón y el mar ha sido constante. Sin embargo, mientras algunos se esforzaban por traer el mar a Aragón, otros, como Odón de Buen, decidieron salir a buscarlo.
Los Primeros Años en Zuera
Odón de Buen nació el 18 de noviembre de 1863 en Zuera, un pequeño pueblo a 35 km al norte de Zaragoza. Hijo de Mariano de Buen, un sastre, y Petra del Cos, creció en un ambiente humilde. Desde pequeño, Odón mostró una gran capacidad académica, lo que llevó a sus padres a trasladarse a Zaragoza para que pudiera continuar sus estudios.
Una Infancia y Juventud Marcadas por el Estudio
A los 10 años, Odón se mudó a Zaragoza con su familia, donde comenzó a destacarse en sus estudios. Con un esfuerzo conjunto de su familia y el Ayuntamiento de Zuera, que le otorgó una beca, pudo trasladarse a Madrid para estudiar Ciencias Naturales en la Universidad. Su pasión por el conocimiento lo llevó a participar en la primera excursión universitaria a Marruecos con solo 20 años.
1885: El Año Crucial
En 1885, tras obtener su licenciatura, Odón tuvo que regresar a Aragón debido a una epidemia de cólera que afectó a su familia, resultando en la muerte de su padre. Poco después, recibió una invitación para participar en una expedición científica a bordo de una fragata, lo que despertó su interés por la oceanografía, un campo en el que haría grandes contribuciones.
Odón de Buen: Catedrático y Divulgador
A los 26 años, Odón se trasladó a Barcelona, donde se casó con Rafaela Lozano y obtuvo la cátedra de Historia Natural en la Universidad de Barcelona. Allí, se dedicó a modernizar la enseñanza, creando un laboratorio para el museo de ciencias naturales y organizando salidas al campo para estudiar la naturaleza. Además, fue un ferviente defensor de la teoría de la evolución de Darwin, lo que lo llevó a enfrentarse con la Iglesia, que incluyó algunos de sus escritos en la lista de libros prohibidos en 1895.
Un Hombre de Convicciones Firmes
A pesar de la oposición, Odón no se rindió. Tras ser suspendido de su cátedra, sus estudiantes y obreros lo apoyaron, organizando protestas que obligaron al gobierno a devolverle su puesto. Su carácter tenaz y su compromiso con la ciencia lo convirtieron en una figura respetada y admirada.
El Instituto Español de Oceanografía y su Legado en Madrid
En 1914, Odón fundó el Instituto Español de Oceanografía en Madrid, una institución dedicada al estudio de los mares que rodean España. A lo largo de los años, organizó numerosas campañas científicas y colaboró con algunos de los oceanógrafos más destacados del mundo, consolidándose como una figura clave en este campo. En 1929, presidió el primer Congreso Internacional de Oceanografía en Sevilla, un logro que marcó su carrera.
La Guerra Civil y el Exilio
Odón se retiró en 1934, pero su tranquilidad duró poco. Al estallar la Guerra Civil, fue encarcelado en Mallorca y, tras la muerte de uno de sus hijos y un año en prisión, su salud comenzó a deteriorarse. Liberado tras varias gestiones, regresó a Barcelona y, finalmente, en 1940 se exilió a Francia junto a su esposa.
Los Últimos Años en el Exilio y Su Regreso Póstumo a Zuera
Tras la muerte de su esposa en Francia y un breve período en México con sus hijos, Odón falleció en 1945. Sin embargo, su historia no terminó ahí. En 2003, sus cenizas fueron trasladadas a Zuera, cumpliendo su deseo de descansar en su tierra natal junto a su esposa. Ese mismo año, fue nombrado Hijo Predilecto de Zuera a título póstumo.
Redescubriendo a Odón de Buen
Aunque su vida y obra fueron olvidadas durante décadas, el legado de Odón de Buen ha sido recuperado gracias al esfuerzo de su familia y el Centro de Estudios Odón de Buen de Zuera. Hoy, su figura es reconocida y celebrada, no solo en Aragón, sino en todo el mundo científico.
Su historia es un testimonio de la importancia del conocimiento, la perseverancia y la pasión por la ciencia, valores que lo llevaron a convertirse en un pionero de la oceanografía y en un orgullo para Aragón.