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Aragón es una tierra impregnada de historia y leyenda, donde cada rincón resuena con los ecos del pasado. En este episodio, exploraremos uno de esos lugares que ha viajado más que muchas personas y que guarda en su interior siglos de historia: el Patio de la Infanta.
Un Patrimonio en Movimiento: Mediano y su Torre Sumergida
Antes de adentrarnos en la historia del Patio de la Infanta, es interesante reflexionar sobre cómo, en ciertas circunstancias, los edificios pueden ser trasladados de un lugar a otro. Un ejemplo cercano es el antiguo pueblo de Mediano, que fue sumergido por las aguas de un embalse en los años 60, dejando solo visible la torre de la antigua iglesia. Esta imagen es sobrecogedora y plantea la pregunta de si se podría haber movido la iglesia antes de que las aguas la alcanzaran.
Moviendo Edificios para Salvarlos: El Caso de Abu Simbel
Este fenómeno de trasladar edificaciones para salvarlas no es exclusivo de Aragón. En Egipto, cuando se construyó la presa de Asuán, se trasladaron varios templos, incluyendo los famosos templos de Abu Simbel, para evitar que quedaran sumergidos. Este esfuerzo de conservación fue posible gracias a una campaña internacional liderada por la UNESCO.
Aragón: Experto en Mover Edificios
Aragón también tiene su propia historia de edificios trasladados. En la comarca del Alto Gállego, específicamente en la zona de Serrablo, hay varias iglesias románicas que han sido movidas para evitar su desaparición. Un ejemplo es la iglesia de San Úrbez de Basarán, que fue trasladada piedra a piedra a la estación de esquí de Formigal. Sin embargo, durante su reconstrucción, se realizaron modificaciones que alteraron su aspecto original.
El Villar de Sarsa y la Iglesia Románica de Jaca
Otro caso similar ocurrió cerca de Jaca, donde la iglesia románica de Villar de Sarsa fue trasladada para evitar su destrucción. Al reconstruirla en Jaca, se tomaron ciertas licencias, como reorientar el edificio y modificar sus dimensiones. Incluso un crismón de la iglesia fue embutido en la pared del ayuntamiento, siendo identificado años después gracias a fotografías antiguas.
El Patio de la Infanta: Una Joya del Renacimiento
Pero el caso más destacado de un edificio trasladado en Aragón es el del Patio de la Infanta. Este patio es una joya del Renacimiento aragonés que, después de un largo periplo, regresó a Zaragoza, la ciudad que nunca debió abandonar.
Gabriel Zaporta: El Creador del Patio de la Infanta
El Patio de la Infanta fue construido por Gabriel Zaporta, un comerciante y prestamista de origen judeoconverso que amasó una gran fortuna en el siglo XVI. Tras casarse con Sabina Santángel en 1549, Zaporta mandó construir este patio en honor a su esposa, siguiendo el estilo de las casas nobles aragonesas.
La Decoración del Patio: Un Universo Escrito en Piedra
El patio es una obra de arte en sí misma, con ocho columnas que representan los cuerpos celestes conocidos en la época, y medallones que retratan a grandes figuras de la historia, incluidos los trabajos de Hércules y el emperador Carlos V. La disposición de las columnas fue diseñada para reflejar la carta astral del día de la boda de Zaporta, lo que añade un toque personal y místico a la construcción.
Un Cambio de Manos: De la Casa Zaporta al Patio de la Infanta
Después de la muerte de Gabriel Zaporta y su esposa, la casa pasó por varias manos y, a finales del siglo XVIII, fue habitada por la infanta María Teresa de Vallabriga. Fue durante su estancia que el patio adquirió el nombre con el que se le conoce hoy: el Patio de la Infanta.
Siglo XIX: La Decadencia del Edificio
A lo largo del siglo XIX, la Casa Zaporta sufrió varios incendios que destruyeron gran parte del edificio, dejando en pie solo la portada y el patio. Sin embargo, lo peor estaba por venir: a principios del siglo XX, la casa fue demolida y el patio fue vendido a un anticuario francés, Fernand Schutz, quien lo trasladó a París.
El Patio Regresa a Zaragoza: Un Viaje de Ida y Vuelta
Después de más de 50 años en París, los hijos de Schutz pusieron el patio a la venta nuevamente. Esta vez, Aragón no dejó pasar la oportunidad, y en 1958, gracias a la intervención de José Sinués, director de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, el patio fue comprado y regresó a su ciudad de origen. Tras más de 20 años almacenado, el patio fue finalmente reensamblado en la sede central de Ibercaja en Zaragoza, donde puede ser admirado por todos.
El Legado del Patio de la Infanta
Hoy en día, el Patio de la Infanta es una de las joyas del Renacimiento en Aragón. Además de ser un lugar histórico, Ibercaja lo utiliza para diversas actividades culturales, como exposiciones de arte. Es un lugar donde cada detalle cuenta una historia, y donde los visitantes pueden perderse en la riqueza de su decoración y su historia.
Conclusión
El Patio de la Infanta es más que una construcción; es un testimonio vivo de la historia y el arte aragonés. Su viaje de ida y vuelta, desde Zaragoza a París y de nuevo a Zaragoza, lo convierte en un símbolo de la perseverancia y la importancia de preservar nuestro patrimonio.
Si alguna vez visitas Zaragoza, no dejes de explorar este rincón tan especial. Además de las atracciones turísticas habituales, el Patio de la Infanta ofrece una experiencia única, donde el pasado y el presente se encuentran en un espacio lleno de historia.